La víspera
Los hermanos Leal Quintero
querían saber cuánto había investigado Jacinto sobre el secuestro de Armando
para actuar en consecuencia. Si el yanqui estaba entre los plagiarios,
utilizarían la amistad de un funcionario de mayor jerarquía de la PGR para
procesarlo penalmente. Si sólo estaban los ayudantes de Tirso Molina y los
mañosos de Tijuana se comprobarían que levantaron al capitán de barco para
robarle y, de ser así los matarían. Si fueron exclusivamente los de Tijuana los
participantes, se comprobaría que estos venían a cobrar venganza porque la
gente del Güero Sol le dieron de balazos a unos jovencitos en el canal de
Tijuana por haberles fallado en la distribución de la droga.
Para no meterse en problemas, el
periodista le hizo llegar un manuscrito, el día 28 de octubre, al secretario
general de gobierno, a través de su secretario particular Hugo Puente, donde le
informaba quienes estaban en el lío del secuestro, quienes en la droga y de la
relación de estos con aquellos. Le describió la relación de Auspicio Lobato
Memorio con el federal de caminos Sergio Arestegui a quien le dio las tapas de
las copas de la Van verde metálico que puso en los rines de otra camioneta
negra que cambió por una Jeep modelo 1995 color verde pistache utilizada por
Ariel Appel.
Los días pasaban y las
exigencias de los hermanos Leal Quintero eran apremiantes para Jacinto quien
esperaba una respuesta del secretario general. El día primero de noviembre, al
no recibir respuesta, fue al despacho de Clodomiro Verdad Legaspy donde los
atendió una dama que, sin
proponérselo, corroboró lo que el reportero se temía: ¡El secretario
general de gobierno estaba entre los autores intelectuales que comandaban a los
grupos criminales!
-- El secretario particular del
señor anda para Loreto, me dijo que lo supliera unos días, el señor secretario
general tampoco va a estar aquí el fin de semana -- Informó la dama.
-- Pero en su casa si va a
estar ¿verdad? -- Jacinto insistió con su cuestionario utilizando el método de
inferencias.
-- No, saldrá fuera de la
ciudad.
-- Gracias, le entrega estas
fotos por favor -- Le alargó la mano con las transparencias del Guero Sol y de
la Van verde metálico -- dígale por favor -- añadió -- que el federal de caminos
no está en la polla, que sólo le cambió la Explorer a Auspicio Lobato por la
Jeep verde pistache.
-- Oquei -- Respondió la dama
que creyó que el reportero también formaba parte del grupo especial de los
Mastodontes -- con gusto le haré llegar su recado.
Por la tarde buscó a un amigo
que se dedica al mantenimiento de jardines -- ¡Compadre! -- Le dijo como si no
lo anduviera buscando -- que bueno que te encuentro, hazme un favorzote, ve a
la residencia del Ringo a ofertar tus servicios, dile a la gente que te
encuentres por ahí que el pasto tiene hongos, son más pendejos que la chingada
y por quedar bien con el jefe te harán pasar.
-- Pero esos cabrones están muy
pesados.
-- Mira -- Le dijo como buen
Choyero -- quiero que dejes este pajarito en el garage, donde están por
lo regular los guardias o cerca de la piscina, en una de las sillas
reclinables.
-- ¿Qué pinches broncas traes
compadre?
-- Tu hazme ese jale y
ya sabes, algún día te voy a regresar el favor.
-- Le voy a hacer la lucha -- Le respondió
alegremente -- no porque espero que me pagues el favor sino porque eres a toda
madre con la palomilla.
En esos momentos en el
restaurante La Panga, Clodomiro Verdad Legaspy ultimaba detalles con Ramón
Arellano Félix para determinar, por si pasaba algún imprevisto, quién sería el
enlace con los jefes de primer nivel. De ahí Ramón se fue a entrevistar con su compadre Tirso Molina que estaba con el grupo
operativo. A lo lejos el teniente de inteligencia militar Lepe Mendoza
observaba los detalles de la entrevista.
Los nervios
parecían hacer presa en los noveles participantes choyeros -- Ya
quedé con el Ringo -- Le dijo su compadre Ramón a Tirso -- los sucesos de la
bajada serán notificados al yanqui para que este a su vez hable contigo
y luego tú a nosotros.
El yanqui desconfiaba
del Ringo porque si pasaba algún incidente, éste no sería molestado por ser el
protegido del cartel de Tijuana. Para quedar bien con ellos, Rafael Stanley decidió
participar directamente en el operativo de tierra. En esa reunión se decidió
que la bajada sería en Lomas de Baturi porque el periodista Jacinto Romero ya
les había descubierto parte del plan.
Más tarde, Tirso Molina citó a
sus corifeos de la prensa para que informaran que estaría fuera de la ciudad en
un curso de capacitación en San Diego California.
Por su parte el Ringo estaría
en el rancho Jesús María donde se encontraban los agentes de la DEA. Uno de
estos agentes, porque así tienen de controlado al país, fue el enlace del
Pentágono con la presidencia de la República en el complot donde perdió la vida
Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Mientras los autores
intelectuales de la media península se ponían de acuerdo, la escolta de la
carretera San Pedro-Todos Santos comía carnitas, al caer la tarde, en el
restaurante del expolicía de tránsito conocido como el Peluquín -- ¿No es el
Moreno Acevedo el que va en ese picap? -- Le preguntó el Gordo Osuna a su
pareja.
-- Sí, tiene varios días pasando
por la carretera, pensé que ya te habías dado cuenta por eso no te decía nada
-- Contestó Trinidad Rodríguez -- Ojala y no nos ponga el dedo con los
militares.
-- Eso ya está arreglado -- Respondió
seguro el Gordo -- no hay tos, pero de todos modos vamos a pararlo para saber a
qué se dedica.
La picap datsun modelo 1980 fue
alcanzada por la Cheroque gris modelo 1989 -- ¡Párate! -- Le gritaron --
¡Bájate de la carretera! -- El Moreno reconoció al Gordo Osuna de lo contrario
le hubiera dado de balazos con un rifle
de alto poder que portaba para los imprevistos, acarició el arma,
parqueó el carro a un lado de la cinta asfáltica.
-- Hace días que te vemos pasar
-- le dijeron -- estas poniendo algo, dinos que es.
-- No la jueguen, estoy
trabajando con el ingeniero Alcidez ¿Ustedes saben si los llevo con él?
Los judiciales hicieron como si
no hubieran escuchado el nombre del pariente del subdirector de la corporación
policíaca -- Pero aparte tú estás surtiendo a la rancherada, ya te conocemos.
-- Ja ja ja -- Rió alegremente
-- no te cuelgues -- le contestó al Gordo que era el que había tomado el
control de las preguntas -- ustedes son
los efectivos ¿Porqué traen armas largas? Que yo sepa no son federales ¿A quién
cuidan? ¿A quién están esperando?
Los judiciales prefirieron
retirarse porque les salió más vivo al que querían acalambrar -- Nos vemos -- Le
advirtieron -- mucho cuidado -- prefirió no contestar para no entrar en
controversias, pero aún así se le quedó viendo fijamente al acompañante del
Gordo tratando de reconocer en sus facciones a algún conocido sin lograrlo.
Por la noche el Moreno se
encontró con Jacinto Romero en una yarda de venta de vehículos donde le platicó
el incidente de la carretera -- Fíjate que el pinche Gordo Osuna y otro guey
tiene días recorriendo la carretera de San Pedro a Todos Santos, a mí se me
figura que le están dando protección a alguien que está bajando avionetas en
los Laureles o San Marcos o de cualquier otro rancho, ya ves que estos nuevos
funcionarios públicos se están haciendo de ranchos.
-- Estoy esperando un asunto
grueso -- Le contestó el reportero -- está a punto de reventar, creo que el
Ringo si no cayó por lo de la cocaína de la bodega atrás de embarcaciones Díaz,
con esto si va a caer, andan
enredados la gente del Cochi Loco, los del Güero Palma, de
García Ábrego y de los Arellano Félix -- aclaró -- no sé donde están bajando la
coca ya que andan por Las Cruces, Los Planes, San Pedro, como dices tú, en
Todos Santos, en Jesús María en fin, hasta en Loreto y Guerrero Negro, más bien
creo que va a ver un pedo grande.
-- Lo raro es que no se han
visto los militares.
-- Mejor, como dice el pariente
Jacobo, más vale no saber nada.
-- Oye, y ese cabrón, ¿dónde está?
-- Esta en San Lucas, vendiendo
la droga del delegado de la PGR.
El viernes 3 de noviembre, por
la noche, todos los detalles del operativo estaban cubiertos -- Si se les
atraviesa algún soplón no duden en dispararle -- Les ordenó el yanqui a
sus más allegados colaboradores -- Tu, Deivid dile a tus muchachos que cuentan
con el apoyo de la presidencia de la República, que nadie haga otra cosa que no
sea lo acordado, nosotros vamos a ir con los uniformes de la federal, con Ariel
irán los señalados por la DEA.
-- Oquei, el Abogado ya me dijo que habían llegado los del norte.
-- !Sht¡ -- Le reconvino el
comandante de la PGR -- no te metas en eso, ese jale nosotros lo controlamos.
-- Yo nomás quería ser amable
-- Respondió Deivid.
-- No, no déjalo así, ¡toma! --
Le alargó la mano con una onza de cocaína -- pa´que le des a la palomilla, no
quiero errores, no se vayan a pasar.
La familia Espinoza, ajena
completamente a los comentarios que se desarrollaban en torno a la bajada del
avión, se preparaba para la pesca furtiva de caguama en las playas de Todos
Santos. Javier, el padre, acordó que su hijo mayor saliera por la mañana con
los Clementones y que el domingo iría él y su otro hijo. Los fines de semana es
muy fácil traficar con los quelonios ya que los vigilantes de pesca se la pasan
bebiendo con sus familiares.
Javier Espinoza
se hizo a la
mar con los Clementones, el sábado por
la mañana, con rumbo a los bajos frente a Migriño. Pescaron pargo, robalo y
curbina. Con casi media tonelada de captura regresaron a las 3 de la tarde al
paraje. Depositaron la carga en unos cajones que acondicionaron como cuartos fríos luego
la cubrieron con hielo molido
y sobre la tapa pusieron una lona que ataron con soga. Se tiraron sobre las
redes donde descansaron plácidamente. Por la noche recorrieron la playa con
intención de agarrar algún quelonio que saliera a depositar sus huevos. No
tuvieron éxito. Pasada la media noche decidieron dormir un rato para hacerse a
la mar -- Antes de que salga el sol -- Dijo Clemente Ortiz -- si nos va bien,
con quebrada y pillamos una caguama
de siete filos -- haciendo planes el sueño los venció.
Mientras los pescadores caían
en los brazos de Morfeo, los moradores del rancho Tierra Blanca no lograban
pegar ojo ya que el desfile de carros último modelo les hacía comentar que algo
grande estaba pasando en Lomas de Baturi -- Creo que va a caer otro avión --
comentó el jefe de la familia -- cada vez se pone más peligroso por estas
tierras, de seguir así vamos a tener que dejar estos parajes, acuérdense del
hijo de mi compadre Nicolás, todavía está en la cárcel por haberse encontrado
un paquete con ese polvo blanco, cuando dijeron los de la PGR que habían
tumbado a balazos la avioneta aquella ¿se acuerdan? -- evento ocurrido en 1991.
-- Se llama cocaína apá, no
polvo blanco ¡oye! Hasta camiones grandes traen estos gueyes, parecen de la
Conasupo, ya ni chingan estos políticos.
A orillas de la pista
clandestina Inocencio Deivid se daba un pericazo con su escolta -- ¿No
se ve ningún verde? -- Le preguntó por radio al comandante Leyva.
-- Espérame, voy a preguntarle
al Gordo -- Enlazó la comunicación con los vigilantes de la carretera.
Contestaron que el cielo estaba
despejado.
Los minutos parecían
que no trascurrían. La tensión entre los diferentes grupos era cada vez más
evidente pero con cocaína inhalada lograban controlar cualquier explosión
nerviosa. Así estuvieron hasta que 2
horas de espera se oyó --- ¡Ahí viene, ahí viene!
Las lámparas que traía cada
elemento las prendieron rápidamente. Un avión Carabelle II de fabricación
francesa se deslizó suavemente pero no contaron con que la falta de aire en uno
de sus neumáticos obligaría a que el lado derecho del tren de aterrizaje
recargara el peso provocando que se quebrara ese lado. Después de unos minutos
de deslizamiento incontrolado, la nave frenó bruscamente. El piloto y
acompañantes se golpearon en la cabina.
-- ¡En la madre! -- Gritó el
Patrón -- ¡Se pegaron en la madre los pilotos, rápido suban a ver que les pasó...
tengan cuidado, no se vaya a prender esa madre! -- Héctor Omega, Martín Beta,
Ariel Appel, Sebastián Noriega, Juan
Chaquira, Félix Amador, Antón Benavides e Inocencio Deivid trataron de subir al
avión.
Una explosión en la cabina
obligó a los narco federales a desistir de sus propósitos. Esperaban que la
conflagración se extendiera por toda la nave. No fue así. Repuestos de la
impresión y seguros de que no había fuego subieron -- Uno de los pilotos está
sangrando -- Informó por radio Juan Chaquira -- aquí esta otro pero parece que
no le pasó nada ¡ah cabrón! Aquí esta otro que parece que está quemado, se
queja mucho... ¡Allá esta otro!, se queja del pecho, tiene la mano
ensangrentada -- la información era retransmitida al yanqui quien a su
vez se enlazaba con Tirso Molina pidiéndole información para saber dónde llevar
a los heridos.
-- Mira -- Respondió -- a los
heridos tráetelos para La Paz, al rato te digo en que clínica, en cuanto a lo
del avión que lo vayan descargando ¿No hizo mucho ruido esa madre?
-- No, la explosión fue solo en
la cabina.
Los pescadores que recién se
habían dormido despertaron bruscamente al oír el estruendo del avión al hacer
tierra. Javier sacó unos binoculares. Alcanzó a distinguir cuando el fuselaje
pegaba en la pista. Como la madrugada era clara y con la ayuda de las lámparas,
en la pista se veía todo lo que pasaba -- Es un avión grandísimo, parece que va
enterrando las llantas ¡en la madre!, pegó de pico -- Le explicaba
a los Clementones -- ¡Vamos, a lo mejor necesitan
ayuda!
-- Mira valecito -- Contestó
Clemente Trasviña -- aquí ocurren muchas cosas ¿tú crees que esos cabrones no
tienen todo previsto? -- Aseguró sus palabras dirigiéndose a su compadre --
¿Verdad tocayo?
-- Si tocayo -- Respondió
Clemente Ortiz -- aquí al menos una vez por semana aterriza una avioneta.
-- De acuerdo -- Respondió
Javier -- pero no todos los días se accidentan, además esta no es una avioneta,
es un pinche avión grandote.
-- Más vale que no te metas en
esos asuntos si quieres seguir vivo -- Le dijo Clemente Ortiz.
-- ¡Miren! Se ven un chingo de
carros, yo creo que les cayó la judicial y los soldados porque se ven algunos
camiones.
En el lugar del avionazo, el
Abogado recibía nuevas indicaciones del yanqui -- Pasen la carga pa´los
camiones, orita estoy con ustedes pa' enterrar esa madre, manda alguien con Leyva para que vayan buscando un
operador de motoconformadora -- luego preguntó -- ¿Con quién mandaste a los
pilotos?.
-- Con el Félix y el Antón,
llevan el radio de Inocencio para estar al tanto.
-- Bien, diles que a la entrada
a la ciudad de La Paz les estará esperando un taxi, el número 34, transbordan a
los heridos, el taxista ya sabe para donde los va a llevar, los muchachos que
le sigan de lejos hasta la clínica, de ahí se van para el lugar convenido,
ahorita voy por la desviación, en unos minutos estoy con ustedes -- En el
trayecto cambió de parecer. Llegó a la población de Todos Santos para ayudar al
comandante Kino en la búsqueda del operador. No tuvo que buscar mucho, se lo
encontró sobre la carretera -- Quiubas -- lo saludó -- ¿Ya encontraste al
maquinista?
-- No -- Respondió un tanto
asustado por la falta de experiencia
-- Qué chingados, ¿de qué
sirves pues?
-- En el Ejido Plutarco Elías calles
hay un amigo que maneja esas máquinas.
-- Vamos por él.
Ricardo Geraldo se encontraba
desayunando frijoles refritos. En una tortilla de harina ponía un trozo de
chopito que mordía de cuando en cuando mientras sorbía un trago de café de
talega como le llaman ellos al café colado en una bolsa de tela gruesa.
-- Ahí es donde vive el compa
-- Le señaló la vivienda el comandante Pedro Leyva
al yanqui de la
PGR. Parqueó la suburban azul marino a un lado de la casa de donde salió un
perro moviendo la cola. Al abrir la puerta de la camioneta, el animal empezó a
ladrar.
-- ¡Ricardo! -- Gritó Pedro.
-- ¿Quién? -- Respondió de la
cocina al terminar de comer la enésima tortilla con queso.
-- Yo, el Palas, queremos que
nos haga un jale.
-- No
puedo -- Respondió Ricardo desde el umbral de la puerta principal -- estoy
saliendo a Cabo san Lucas, en cuanto termine de desayunar me voy.
-- Hay un buen billete, te
conviene -- Le dijo el comandante. El yanqui en voz baja le dijo que le
ofreciera 1000 dólares -- quinientos dólares ahorita y quinientos al terminar
¿Qué ondas, te animas?
-- Ni por todo el dinero del
mundo, ya te dije que voy a Cabo san Lucas.
-- Vamos -- Invitó el yanqui
-- te vamos a llevar a San Lucas y así regresas más rápido.
Ricardo confiaba en su paisano
Pedro Leyva. Subió a la suburban ante los ladridos del perro que corría de un
lado para otro. Frente a los ojos de Ricardo apareció una pistola calibre 45 --
¡Vas a jalar hijo de tu chingada madre! -- Le amenazó el comandante de la PGR.
-- No, pos así si baila mija
con el señor.
-- Discúlpanos compadre pero es
un asunto de la federal, quieren enterrar un avión porque viene atrás de este
otro con cocaína, lo estamos esperando desde anoche para partirles en su madre
a los narcos.
-- A mi no me tienes que decir
nada, mi trabajo es mi trabajo y no le pido explicaciones a nadie ¿Cuánto dicen
que me van a pagar?
-- Un quinientón ahora y
quinientos al terminar.
-- Vamos pues, ¿dónde tiene la
máquina?
-- Orita la va a traer Víctor
Castillo en la cama baja.
Cuando llegaron a Lomas de
Baturi, los camiones de la Conasupo salieron con la carga -- Se la llevan al
rancho Jesús María, el Veintinueve y el Cinco ya saben dónde queda -- Ordenó el
yanqui. Dirigiéndose a Juan chaquira y a Rubén Fierro dijo -- Ustedes
les ponen cola, que vayan con ustedes
solo gente nuestra, no quiero broncas, la carretera está despejada, vayan con
confianza.
A lo lejos los Clementones le
pedían de favor a Javier que no se dejara ver mucho -- Agarra la onda -- Le
dijo Clemente Ortiz -- anda mucha gente y no parece que sean muy amistosos,
además nos traerían en vueltas las autoridades -- entre dientes le dijo a su
compadre -- Y luego este cabrón trae ese aparato para tomar películas, luego si
enseña ese cine nos van a chingar.
-- Déjalo, si acaso nos llaman
las autoridades les vamos a decir que nosotros no andábamos con él.
-- Pero ha estado volteando la
cámara para todos lados, de seguro ya estamos en la película.
-- ¡Vámonos Javier! -- Gritó
enojado Clemente Trasviña -- Ya son las siete de la mañana y no tarda en llegar
tu papá, ¿qué le vamos a decir si no tenemos la caguama que le prometimos? -- Siguió
hablando solo -- se va a enojar con nosotros -- se acercó tomándolo del brazo
-- estamos perdiendo el tiempo.
-- ¡No! Déjame, he reconocido a
un cabrón que anda con los judiciales, esta película costará una feria, siempre
que hacen un decomiso se quedan con la mayor parte, de aquí salgo de jodido
-- O muerto -- Sentenció
Clemente Ortiz que ya asomaba síntomas de desesperación ante la negativa del
jovenzuelo -- ¡Vámonos a la chingada! ¿Tú crees que ahorita no caerán los militares? Esos cabrones espían todos los lugares y rancho por rancho.
Vámonos a pescar y así no nos encontrarán cerca del paraje -- lo convenció.
Cuando salían los camiones con
la carga blanca, llegó Víctor Castillo manejando un trailer que transportaba
una motoconformadora que previamente había conseguido el director de Obras
Públicas, Santos Martínez. En las maniobras de desembarque le ayudó Ricardo
Geraldo para después ponerse a cavar un pozo en la parte delantera del avión. 4
horas más tarde lo dejaron solo.
-- ¡Vámonos! -- invitó el yanqui
-- Hay que despejarnos con unas chelas.
Ricardo se quedó perplejo. A él
le habían dicho que esperaban la llegada de otro avión procedente de Colombia.
Prefirió no hacer ningún comentario ya que la verdad se hizo en su cerebro --
Con razón no están los marinos y los militares -- pensó -- estos cabrones lo
tenían todo arreglado, el pedo es que si no me pagan la otra feria me tengo que
aguantar porque son capaces de matarme, ni pedo, me tocó perder.
-- Toma Ricardo -- Le dijo
Pedro Leyva sacando de sus cavilaciones al operador -- el comandante de la
federal me pidió que te diera este otro quinientón por ahorita y que más
delante te mandará otra feria.
-- No, no no, dígale a su amigo
que con esto me alcanza pa´ la casa, el jale no lo voy a reportar con el
patrón.
-- Eso quería pedirte, no quiero
que lo comenten con nadie -- añadió -- los jefes esperan en éstos días la
llegada de aviones cargados con droga, les vamos a pegar en su madre a los
narcos.
-- Ta' bueno, ten seguridad de
que de mi boca no saldrá nada -- le contestó no muy convencido.
A las 10:45 horas del domingo 5
de noviembre de 1995, los lujosos vehículos Suburban, Explorer, Cheroques,
Silverados, Jeep, Altima, Mazda, Ghia, Ram Charger y Toyotas, robados en
el extranjero, enfilaron
con rumbo la carretera a grandes
velocidades. Al pasar por el vado la Víbora, la cheroque color blanco, que
viera Jacinto Romero y Camilo Cruz en la casa rosa de Fidepaz, manejada por el
Chino Chang, sufrió una voltereta donde resultó herido un judicial del estado
-- Pero qué chingados -- Se quejó el yanqui fuera de sí -- este pedo está
saliendo mal, estamos salados, parecen mayates ¡Pasen a los heridos a la
Suburban! Si no fuera por el cartel de Tijuana ya hubiera botado este jale, ya
nomás falta que aparezca un bandido y nos robe la coca -- de pronto se quedó callado
-- Chin -- pensó -- no sería mala idea, de aquí salgo de pobre -- el miedo a
los capos de Tijuana le hizo entrar en
razones -- No, vale más que no le mueva, aquellos cabrones están muy
pesados.
Después de dejar al judicial en
la clínica, María Luisa de la Peña, donde estaban atendidos por el médico
centroamericano Pedro Menchú los heridos del avión, los participantes del
operativo Bajada se dispersaron. Inocencio Deivid, Rulesindo Lobato y el yanqui
se fueron a Pichilingue -- Pa´ despejarnos de este pedo yo invito -- Dijo el
comandante de la federal.
Cuando pasaban por el malecón
costero, por la calle Salvatierra, Inocencio reconoció al periodista Jacinto
Romero que comía almejas chocolatas junto al policía Antonio Nieto y al
comerciante Héctor Méndez -- ¡Mira! – Señaló Inocencio -- ahí está ese cabrón
-- luego se dirigió a Rulesindo -- esta con su primo Nieto.
-- ¿Quién es? -- Preguntó el yanqui.
-- El cabrón que trae de cola al hermano de
este compa -- contestó Deivid -- resulta que reconocieron al Auspicio, cuando
levantaron al Güero Sol del Rosarito, hace unos días le puso el dedo con el
Ringo, le mandó un escrito donde hace referencia de algunos de nosotros.
-- Si quieres orita le damos en
su madre -- Añadió el yanqui --
traigo la sangre caliente.
-- No, calmado, ese guey que está
con él es el comandante de homicidios y además el Ringo no quiere que le
hagamos daño porque se
nos haría un
pedo mundial -- Añadió el comandante Inocencio
-- hace poco le quisimos poner un cuatro con la muerte del periodista del
Heraldo de México pero nos descubrió el pastel, es más, si ese guey se pone
abusado nos corren a la chingada, lo bueno que el gobernador tiene controlado a
todos los periodistas y nadie le quiso ayudar.
-- Ya, que sea pa´ menos, haber
cuéntame, tenemos toda la tarde para conocer la historia -- Se interesó el
comandante de la policía judicial federal Rafael Stanley.
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